Realidades infravaloradas
En estos 3 días en Bogotá aprendí que mis expectativas son muy cortas a la realidad. Desde que di un paso fuera del aeropuerto de Bogotá, el equipo de Kairos me recibió con los brazos abiertos, sentí mucho el compromiso del equipo durante estos 3 días desde el comienzo hasta despedirnos en el aeropuerto de regreso a nuestros territorios. Dentro de todo este viaje, me llevo muchísimos recuerdos y experiencias. Por un lado, uno de los momentos que más llamó mi atención fue en la visita al Ministerio del Interior, donde en mi memoria quedaron dos grandes personas que pertenecen a la comunidad LGTBQ+. En realidad, nunca antes había creído que existía la posibilidad de que dos mujeres tengan el poder de hacer cumplir las leyes del país. Lo que más me interesó fue que se permitieran escucharnos y conocer las necesidades de nuestro territorio a nivel de educación sexual integral. El hecho de que yo estuviera ahí, sentada, hablando y escuchando fue muy especial.
Por otro lado, la caminata con Apata también fue muy especial, poder tener la oportunidad de observar desde otro ángulo el territorio en el que habitamos, fue espectacular. El atardecer estaba precioso, ver lo pequeños que se veían los aviones y como se perdían en las nubes, fue hermoso. Sentí tranquilidad, paz, quería detener ese momento con esas personas que me acompañaban, quedarme un rato más o, simplemente, guardarlas en un frasco y poderlo abrir para volverme a sentir así cuando esté afligida.
Cada noche del 7, 8, 9 de marzo, me acostaba y una frase invadía mi mente; “debo hacer algo”, pero uno de los días que pegó con más fuerza, fue el 8M, volví a caer en cuenta de todas las situaciones graves que vivimos, del hecho de que todas nos sintamos inseguras al caminar solas a altas horas de la noche. El hecho de que todas estuviéramos ahí, luchando por nuestros derechos, los de nuestras madres, abuelas y hermanas, me motivó para seguir con mi labor de informar a las personas que me rodean sobre sus derechos y que todxs puedan ejercerlos y exigir que se respeten.
De todas estas experiencias me llevo las fuerzas para seguir enfrentando y educando a personas que viven el día a día en la ignorancia y desinformación, también me llevo más herramientas y ejemplos para mejorar mis argumentos a la hora de defender la ESI (educación sexual integral), el impulso de no quedarme callada y tener prudencia en momentos donde mi interior exige que mi opinión salga a flote y más cuando me reúno con mi familia y empiezan hablar sobre la personalidad, el físico o la vida sexual de cualquier otro miembro joven de la familia.
Ahora no solo tengo más motivación, sino también ejemplos y referentes de las grandes y maravillosas personas que conocí en el transcurso de estos 3 días. Esta experiencia me dio el valor para seguir con mi tarea de autoaceptación. Me recalcó la importancia de crear nuevas amistades y compartir las emociones, momentos y pensamientos genuinos, al igual que conocer diferentes puntos de vista sobre una situación. Me permití probar y experimentar nuevas cosas y momentos, sacar a flote mis emociones y entender de que es normal si quizá mis expectativas sobre algo no se cumplen/alcanzan.
Entendí que la equidad de género es una lucha constante para que los derechos sean los mismos y se hagan cumplir en todo momento y en todo lugar, el porqué se realizan estas marchas a nivel internacional, que este no es solo un día para ofrecer flores u obsequios a una mujer por el simple hecho de ser mujer, sino de detenernos y analizar qué podemos hacer para que las marchas dejen de ser una necesidad para ser escuchadas ante todos los medios. Considero que es una necesidad vivir en carne y hueso estas experiencias, que se te erice la piel al escuchar las frases que se repiten en la marcha, permitirte sentir las emociones y sensaciones producidas por el momento, por la situación, tomar tu cartel y alzarlo sin miedo. Que se permita conocer, alimentar el conocimiento, entender el porqué de las cosas a través del recorrido, y, tener siempre presente, que todos los días estamos para aprender y desaprender. Así, con todo esto, llenarse de ánimos y fuerza para poder hacer algo por su comunidad y cambiar la mentalidad de todas las generaciones posibles.
Corrección de estilo por Elisa Paredes.
Por: Melany Díaz